Ingresos hospitalarios a causa de mala calidad del aire

Ingresos hospitalarios a causa de mala calidad del aire

La contaminación atmosférica urbana es una de las principales amenazas para la salud con repercusiones graves en poblaciones muy específicas. Aunque toda la población en general es afectada por la mala calidad del aire, la población infantil y las personas adultas mayores son más susceptibles tanto por la inmadurez o la senescencia fisiológica de los sistemas respiratorios e inmunológicos. Así lo demuestra un constante aumento en las evidencias científicas y académicas que exploran la relación entre la mala calidad del aire y el aumento en la morbilidad de infantes y personas adultas mayores en el mundo (Goldizen et al., 2016, Endes et al., 2017; Hancock, 2020; Domingo y Rovira, 2020). La bibliografía demuestra que la exposición de contaminantes atmosféricos en las urbes se asocia a un incremento de la sintomatología e ingresos hospitalarios de causa respiratoria como descenso de la función pulmonar, exacerbaciones de asma, inflamación de la vía aérea e infección aguda de las vías aéreas inferiores.

Los principales compuestos de la contaminación atmosférica implicados en los ingresos hospitalarios son la materia particulada, tanto la menor de 2.5 μm (PM 2.5) o la menor de 10 μm (PM10), dióxido de nitrógeno (NO2), dióxido de azufre (SO2), y ozono (O3). Este último localizado en las capas más bajas de la atmósfera y es considerado un contaminante secundario, ya que no se emite directamente a la atmósfera, sino que se forma a partir de ciertos precursores como compuestos orgánicos volátiles no metánicos, monóxido de carbono (CO), óxidos de nitrógeno, y en menor medida, metano (CH4). Estos compuestos tienen su origen en los procesos de combustión y al estar en presencia de luz solar, estas sustancias químicas reaccionan y provocan la formación de O3. Como la luz solar es uno de los principales factores que influyen en estas reacciones, es en primavera y verano cuando se alcanzan las máximas concentraciones.

Medir y evaluar la concentración de estos contaminantes en las urbes es de suma importancia para poder contribuir en evidencia que permita establecer un vínculo causal entre factores ambientales y sus efectos perjudiciales para la salud, con miras a que esta información pueda traducirse en políticas públicas que permitan mitigar y atender el elevado coste que suponen las enfermedades derivadas de la mala calidad del aire que respiramos. Lamentablemente, en México el 41% de las ciudades que monitorean partículas suspendidas PM10 y el 37% de las ciudades que monitorean partículas suspendidas PM2.5 no cumplen con la Norma de Calidad del Aire que regula el monitoreo atmosférico en nuestro país (Inventario Nacional de Emisiones, 2016). Esto implica un reto para el correcto seguimiento institucional de la salud pública en materia.

Lo que sí conocemos y ha sido ampliamente monitoreado, son los ingresos hospitalarios por motivos de asma, cáncer pulmonar, neumonía y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), los cuales, el total de estas cuatro patologías y según datos de la Dirección General de Información en Salud (DGIS), suman a más de 80 mil ingresos nacionales anuales. De estos ingresos se reportan más de 2 mil ingresos anuales por cáncer pulmonar, 6 mil ingresos anuales por asma, más de 27 mil ingresos por EPOC y más de 77 mil ingresos por neumonías. En estos cuatro rubros poco más del 77% de los ingresos corresponde a las poblaciones de entre 0 a 17 años y de 55 o más años, coincidiendo con lo que la evidencia en otros países ha demostrado: la población infantojuvenil y las personas adultas mayores son los usuarios más vulnerados en cuanto a los efectos de la mala calidad corresponde.

Varios reportes académicos que estudian los resultados obtenidos en las consultas de Atención Primaria por patología respiratoria y los valores de contaminantes, demuestran que la patología ambulatoria pone de manifiesto los casos menos graves y por tanto los más habituales (Martín y Bayle, 2018; Sánchez Bayle et al., 2019). Independientemente del ámbito donde se realice el estudio, se ha encontrado una relación significativa entre ingresos totales e ingresos respiratorios, además de las consultas ambulatorias, con los elevados niveles de contaminantes, especialmente una relación directamente proporcional con óxidos de nitrógeno (NOx). Los bebés expuestos a NO2, por ejemplo, tienen mayor riesgo de sufrir bronquiolitis (Koehoorn et al., 2008; Karr et al., 2009). Así mismo, algunos estudios han encontrado una relación directa entra el asma y las exacerbaciones de esta enfermedad con el tráfico rodado, la principal fuente de NO2 en las urbes (Rice et al., 2015; Khries et al., 2017).

Lamentablemente, el mal monitoreo de la calidad del aire en la mayoría de las ciudades mexicanas no nos permite a hacer estudios más robustos en cuanto la relación que existe entre la concentración de contaminantes atmosféricos y el número de ingresos hospitalarios, por el momento, en el panorama nacional sólo podemos hacer análisis descriptivos en cuanto al número de ingresos hospitalarios se reportan. Sin embargo, en el Valle de México tenemos la información suficiente para correlacionar los efectos de estos contaminantes con la salud de sus pobladores. Un objetivo a corto plazo que Liga Peatonal y el Observatorio Ciudadano de Calidad el Aire están dispuestos a dilucidar.

* Sergio Andrade-Ochoa (@rat_inside) es doctorante del Instituto Politécnico Nacional. Promotor de los derechos de la ciudad, sostenibilidad y movilidad en México. Es un entusiasta de la Ciencia y la Tecnología. Caminante, ciclista y usuario de las micropipetas. Actualmente es Líder de Proyecto de Estrategia Misión Cero (@E_MisionCero) en Ciudad de México y Coordinador de Salud Pública de Liga Peatonal (@LigaPeatonal). 

Referencias:

Goldizen, F. C., Sly, P. D., & Knibbs, L. D. (2016). Respiratory effects of air pollution on children. Pediatric pulmonology, 51(1), 94-108.

Domingo, J. L., & Rovira, J. (2020). Effects of air pollutants on the transmission and severity of respiratory viral infections. Environmental Research, 109650.

Hancock, D. (2020). Can air pollution be fatal for children with asthma?. Journal of Health Visiting, 8(2), 70-73.
Endes, S., Schaffner, E., Caviezel, S., Dratva, J., Stolz, D., Schindler, C., … & Probst-Hensch, N. (2017). Is physical activity a modifier of the association between air pollution and arterial stiffness in older adults: the SAPALDIA cohort study. International journal of hygiene and environmental health, 220(6), 1030-1038.

Martín, R. M., & Bayle, M. S. (2018). Impacto de la contaminación ambiental en las consultas pediátricas de Atención Primaria: estudio ecológico. In Anales de Pediatría (Vol. 89, No. 2, pp. 80-85). Elsevier Doyma.

Sánchez Bayle, M., Martín Martín, R., & Villalobos Pinto, E. (2019). Impacto de la contaminación ambiental en los ingresos hospitalarios pediátricos: estudio ecológico. Pediatría Atención Primaria, 21(81), 21-29.

Koehoorn, M., Karr, C. J., Demers, P. A., Lencar, C., Tamburic, L., & Brauer, M. (2008). Descriptive epidemiological features of bronchiolitis in a population-based cohort. Pediatrics, 122(6), 1196-1203.

Karr, C. J., Demers, P. A., Koehoorn, M. W., Lencar, C. C., Tamburic, L., & Brauer, M. (2009). Influence of ambient air pollutant sources on clinical encounters for infant bronchiolitis. American journal of respiratory and critical care medicine, 180(10), 995-1001.

Rice, M. B., Rifas‐Shiman, S. L., Oken, E., Gillman, M. W., Ljungman, P. L., Litonjua, A. A., … & Melly, S. J. (2015). Exposure to traffic and early life respiratory infection: a cohort study. Pediatric pulmonology, 50(3), 252-259.

Khreis, H., Kelly, C., Tate, J., Parslow, R., Lucas, K., & Nieuwenhuijsen, M. (2017). Exposure to traffic-related air pollution and risk of development of childhood asthma: a systematic review and meta-analysis. Environment international, 100, 1-31.